
La servidumbre militar que sufre Andalucía tiene sus riesgos. Sus consecuencias más terribles las sufrimos en Palomares en 1966. Una zona de en la que todavía hay radiación. Y pudo haber ocurrido hace unos días con el avión militar Airbus A400M Atlas de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF) en el enclave andaluz bajo administración británica de Gibraltar.
El gigante A400M logró aterrizar este viernes por la tarde en el aeropuerto de Gibraltar tras dos aproximaciones fallidas provocadas por unas severas turbulencias. La aeronave, procedente de la base de Brize Norton (Oxfordshire, Inglaterra), consiguió tomar tierra finalmente a las 17:20, después de que los dos primeros intentos tuvieran que ser abortados por motivos de seguridad según Europa Sur.
Según ha informado Meteogib en sus redes sociales, las complicaciones sufridas por el A400M se deben a un fenómeno atmosférico característico del enclave: los vientos rotores que genera el peñón de Gibraltar. El meteorólogo linense Juan Antonio Salado explica en Aemetblog que cuando soplan vientos del este o sureste, la roca —de 426 metros de altitud— actúa como una barrera que obliga al aire a ascender de forma abrupta. A sotavento, en dirección a la Bahía de Algeciras, se forman ondas de montaña y turbulencias rotatorias que pueden afectar gravemente la estabilidad de las aeronaves en aproximación.
En esta ocasión, MeteoGib confirmó que los vientos del este-sureste originaron cúmulos rotores especialmente intensos en la senda final, provocando movimientos bruscos del aire y obligando al A400M a abortar repetidamente el aterrizaje.
Andalucía es plataforma de guerra imperialista y estas situaciones ponen en riesgo a la población andaluza que es sobrevolada por una aeronave militar con alta probabilidad de cargamento explosivo.
El fenómeno de los vientos rotores se vuelve especialmente severo cuando los vientos de componente Este superan los 30 nudos (55 km/h), una situación relativamente frecuente en Gibraltar.






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